La disartria es un trastorno del habla caracterizado por una dificultad en la articulación de las palabras debido a una debilidad, parálisis o falta de coordinación de los músculos del habla.
Las causas más frecuentes son lesiones neurológicas como accidentes cerebrovasculares, traumatismos craneoencefálicos, tumores cerebrales, enfermedades neurodegenerativas como el Parkinson, la enfermedad de Huntington, enfermedades raras como la esclerosis lateral amiotrófica (ELA) y enfermedades neuromusculares como la miastenia gravis.
Otros posibles orígenes son cirugías de cabeza y cuello, intoxicación por alcohol o drogas y efectos secundarios de ciertos medicamentos.
A día de hoy existen terapias, tratamientos, adaptaciones y tecnologías que pueden ayudar a los pacientes que padecen este trastorno y que veremos en este artículo.
¿Qué nervios afectan a la disartria?
Principalmente, los nervios craneales que inervan los músculos del habla, como son el trigémino, el facial, el glosofaríngeo, el vago, el hipogloso y el nervio espinal accesorio, son los que afectan a este trastorno.
Las lesiones en estos nervios impiden la correcta movilidad y coordinación de los músculos de la cara, lengua, paladar, laringe y cuerdas vocales necesarios para el habla.
En el caso de la disartria flácida, el nervio vago es uno de los principales causantes. Otros tipos de disartria pueden derivar de daños en otras partes del sistema nervioso, como la vía corticobulbar (disartria espástica), que es una vía motora que controla los movimientos de los músculos de la cabeza y el cuello; daño en el cerebelo (disartria atáxica); trastornos en los ganglios basales (disartria hipocinética e hipercinética); o daño en múltiples áreas del sistema nervioso (disartria mixta).
¿Cómo suena la disartria?
La disartria produce un habla poco clara, arrastrada, débil, forzada, rítmica y monótona. Se caracteriza por imprecisión articulatoria, voz ronca o nasalizada, volumen e intensidad irregular, ritmo y velocidad anormales.
El paciente puede tener dificultad para pronunciar consonantes y vocales, y para modular el tono (demasiado bajo o demasiado alto) e inflexiones.
¿Cómo saber si tienes disartria?
Los síntomas varían dependiendo de qué tipo de disartria se padezca. Además, rara vez se pueden confundir los síntomas de la disartria con los de la afasia, aunque pueden presentarse ambos trastornos a la vez.
Por lo general, los principales síntomas se manifiestan por la forma de hablar: arrastrada, murmurante, muy lenta o muy rápida e ininteligible, voz débil, nasal o ronca, imposibilidad de vocalizar o pronunciar algunos sonidos, tono monótono, volumen e intensidad irregulares.
En cualquier caso, se recomienda consultar a un neurólogo y realizar una evaluación logopédica para confirmar el diagnóstico.
¿Cómo se comunican las personas con disartria?
Es posible mejorar la comunicación con estrategias como utilizar frases cortas, tratar de hablar despacio, usar gestos, imágenes, además de dispositivos y sistemas de comunicación aumentativa (SAAC).
¿Cómo se rehabilita la disartria?
El tratamiento se basa en terapia miofuncional para fortalecer la musculatura oral, y terapia del habla y lenguaje (logopedia), mediante ejercicios de respiración, praxias bucofonatorias, coordinación fono-respiratoria, entonación y ritmo.
También se trabajan estrategias para mejorar la inteligibilidad del habla y el uso de sistemas aumentativos como imágenes y dispositivos electrónicos.
¿Cuál es la diferencia entre afasia y disartria?
La afasia es un trastorno del lenguaje, que afecta la comprensión y expresión verbal. Por otro lado, la disartria es un trastorno motor del habla, que dificulta la articulación correcta de palabras, pero no afecta a la comprensión.
Una persona con afasia tiene problemas para encontrar las palabras correctas y comprender el significado. Con disartria sabe lo que quiere decir, pero tiene dificultades para pronunciar las palabras claramente.
Algunas personas pueden padecer ambos trastornos a la vez si la lesión o daño afecta tanto a partes del sistema nervioso que controlan los músculos de la boca y la garganta como a las áreas del cerebro que controlan el lenguaje.
¿Qué medicamentos pueden causar la disartria?
Algunos fármacos que actúan sobre el sistema nervioso central y pueden producir disartria son: relajantes musculares, antidepresivos, anticonvulsivos como fenitoína, analgésicos opiáceos, antihistamínicos, antiparkinsonianos, antipsicóticos, ansiolíticos e hipnóticos.
Los efectos suelen ser transitorios y reversibles al suspender o ajustar la medicación. Sin embargo, no es habitual que los medicamentos produzcan disartria, por lo que siempre se debe consultar a un médico antes de suspender una medicación.
¿Qué es la dislalia y la disartria?
La dislalia se refiere a problemas en la articulación de los sonidos, mientras que la disartria se trata de problemas en el control muscular del habla. Ambos trastornos pueden afectar la capacidad de una persona para comunicarse de manera efectiva, y pueden ser tratados con diversas terapias.
Suele originarse en la infancia por una mala articulación que persiste con el tiempo, mientras que el origen de la disartria suele ser una lesión neurológica que afecta la musculatura del habla.
A diferencia de la dislalia, en la disartria hay déficits motores y de coordinación de los órganos articulatorios.