La transferencia y su desempeño ocupacional en la vida diaria

El movimiento es vida. No hay mayor mantra que podamos tener en cuenta a la hora de poner en el punto de mira nuestro abordaje sobre la rehabilitación integral en el daño cerebral.

Si analizamos todas las actividades básicas de la vida diaria que dependen del movimiento entenderemos rápidamente la importancia que tiene este cuando se adquiere una situación correspondiente a un grado de dependencia. Viajes constantes a la cocina para tomar el desayuno, volver a la habitación para realizar el vestido o ir al salón a coger el teléfono pueden resultar verdaderas carreras de obstáculos y pruebas de fuerza y entereza.

Es por ello que desde Clínica Uner queremos dejar a los que son nuestros mejores compañeros de trabajo, las familias, unas pequeñas píldoras recordatorias sobre las distintas transferencias. Cómo transferir a nuestro familiar sin hacerle daño puede suponernos un quebradero de cabeza en nuestros hogares, sobre todo cuando tenemos un problema con los grados de libertad a la hora de movernos.

¿Qué es una transferencia?

Entendemos una transferencia como el cambio entre superficies, por ejemplo, de la cama a una silla o de una silla a un plato de ducha o bañera, que realiza una persona, en este caso con problemas de movilidad derivados de un daño cerebral u otra situación discapacitante.

Recomendamos que los cambios de superficies, al menos durante los inicios, sean primero a la misma altura, para posteriormente poder jugar a distintos niveles. Recordemos que el desnivel puede ser una ventaja que nos puede resultar favorable.

El papel del cuidador en las transferencias

Para empezar, nos gustaría resaltar el papel de las personas cuidadoras, bien de manera formal o informal (como podría ser un familiar), ya que suponen auténticos compañeros de aventura y un gran apoyo en todas estas tareas. Estos, aunque a veces no queramos, intentarán que el paciente se mueva por sí solo, ya que aunque a veces pensemos que la persona no es capaz de moverse, basta con instrucciones verbales o suaves ayudas en determinadas zonas para ayudar al movimiento y poner en marcha nuestros sistemas músculo- esqueléticos.

Estas instrucciones verbales pueden ser tales cómo:

  • Siéntate en el borde de la superficie
  • Coloca los pies por detrás del punto de gravedad, o sea, retrasados con respecto a las rodillas.
  • Aumenta la base de apoyo separando los pies a la altura de las caderas o incluso un poco más si así notas más confianza.
  • Inclina el tronco hacia delante.
  • Apoya los brazos sobre la superficie o reposabrazos en caso de tenerlos. Así podrás ayudarte con el impulso. Si tenemos una mesa o una superficie similar, esta puede utilizarse como ayuda, siempre que se pueda utilizar con seguridad.

En este sentido, cabe recordar el tipo de alteraciones perceptivas que se pueden sufrir después de un accidente cerebrovascular debido a pérdidas en nuestros niveles de atención o comprensión para seguir instrucciones. Para esto, tener en cuenta el lado por el que nos colocamos para realizar la transferencia, señalar origen y destino, cerrar el contacto ocular (mirar a un punto fijo) o evitar hablar de “manos o piernas malas”, pueden ser pequeños detalles que sin darnos cuenta contribuyan en la recuperación funcional a largo plazo. Y así, de este modo, ayudaremos a la persona dependiente a ir participando activamente en el cambio de sus posturas y beneficiarán a la persona cuidadora.

 

 

Principales transferencias

  • De la cama a la silla de ruedas: Antes de comenzar la transferencia, es importante que el cuidador procure que el paciente se mueva activamente por sí solo. Coloca la silla frenada de manera que esté perpendicular a la cama, así podrá apoyarse en ti o en los asideros. Puede considerarse el uso de un dispositivo de apoyo como un disco giratorio o una tabla de transferencias.
  • De la silla de ruedas a un sillón habitual de hogar o un WC: Resulta muy conveniente considerar el nivel de las superficies e intentar que sean similares. Colocar la silla con los frenos puestos perpendicular a la otra y quitar el reposabrazos del lado favorable al asiento de destino. Dejar que se agarre a tus hombros, así podrás darle un apoyo sujetándole por la pelvis para que pueda levantarse mientras le bloqueas las rodillas para que no se le flexionen las piernas. Así giraremos fácilmente hacia la silla.
  • De sentado a de pie: Es muy recomendable que, aunque una persona no pueda caminar, esta se ponga de pie y se le anime. Una buena opción sería facilitar que se agarre de tus hombros para que este le de, a parte, un estímulo en glúteos para favorecer la extensión de caderas.
  • Marcha: La principal transferencia y opción número 1. Debido a que cada persona tiene una altura distinta, al igual que el cuidador, preferimos dejar esta recomendación en el aire y asesorar individualmente ya que existen diversas maneras de apoyar una marcha bien sea con otra persona o con un dispositivo de apoyo.

La marcha: transferencia principal y asesoramiento en primera persona

Siempre que la persona pueda caminar el objetivo principal tiene que ser fomentar esta actividad. Hay varias maneras, la más común suele ser colocándote delante del paciente para agarrarle por los codos y que él pueda fijarse en tus antebrazos. Esto supone que tú, como persona cuidadora, caminarás hacia atrás. Es recomendable pedirle colaboración para que camine y conforme pase el tiempo y veáis que la seguridad está afianzada, retirar un poco el apoyo para favorecer la marcha independiente.

Debido a que cada persona tiene una altura distinta, tanto la persona afectada como cuidadora, preferimos no profundizar más de forma genérica y ofrecer siempre un asesoramiento individualizado. Como sabéis, en Clínica Uner estamos siempre a disposición de las familias para asesorar individualmente cada caso, analizando las diversas opciones existentes de apoyar una marcha, bien sea con otra persona o con un dispositivo de apoyo.

Por último, desde Clínica Uner nos gustaría recordar que nuestro equipo terapéutico está siempre con la mayor disposición para asesorar en todos estos ítems, bien sea practicar y pautar las transferencias o asesorar, junto con vuestra ortopedia de confianza, en la elección de ayudas técnicas que faciliten el desempeño en nuestro día a día cuando sea necesario.

 

Escrito por: Álvaro Entrena Casas, fisioterapeuta en Clínica Uner

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