La marcha de puntillas o andar de puntillas puede aparecer de forma espontánea y continua durante la infancia. Este tipo de marcha no está contemplada dentro de la locomoción humana, aunque sí se considera una capacidad posible de realizar dentro de nuestras habilidades, gracias a un buen equilibrio y control postural.
Al principio de la adquisición de la marcha, los infantes pueden comenzar a andar de esta forma, como primeros intentos para controlar su equilibrio, el reparto de peso o por diversión. Si observas a tu hijo/a andar de puntillas de forma esporádica no hay porque alarmarse, pero si este hábito persiste, se debe consultar con un especialista, y no dejarlo pasar.
¿Qué causa la marcha de puntillas?
Antes de cualquier sospecha, diagnóstico o búsqueda vía internet (sin información previa ni conocer a dónde dirigirnos específicamente) debemos consultar con un experto (médico, fisioterapeuta) que nos oriente sobre cuál es la forma correcta de actuar, y empezar a recabar información, debido a que cada caso es diferente a otro y se debe de personalizar cada tratamiento y abordaje.
En un primer lugar, que tu hijo ande de puntillas puede tener su aparición debido a una causa justificada. Es decir, existen pruebas médicas (radiografía, resonancia, pruebas genéticas, etc.) que indican la existencia de una lesión, daño o alteración; como es el caso de la parálisis cerebral infantil donde existe un daño neurológico; una dismetría ósea, donde encontramos una diferencia en la longitud de las extremidades inferiores; o por otros motivos.
En segundo lugar, nos encontramos que las causas justificadas (con pruebas médicas) han sido descartadas y no existe explicación clara ni prueba que corrobore su aparición. Es en este momento cuando se cataloga este tipo de marcha como “marcha de puntillas idiopática” (idiopático – adjetivo usado en medicina para describir una enfermedad de irrupción espontánea o de causa desconocida), siendo una marcha que aparece de forma transitoria y que el niño/a puede llegar a controlar consiguiendo apoyar la totalidad de la planta del pie de forma controlada.
Mi hijo/a anda de puntillas ¿qué debo hacer?
Después de la primera consulta con el médico (pediatra) y una aclaración de lo que ocurre, lo recomendable siempre es consultar con otro especialista, sea cual sea el caso.
En este caso nos centraremos en la marcha de puntillas idiopática. Aunque la alteración estructural y biomecánica (el cuerpo y su movimiento) son lo que más destaca a simple vista, al no existir una explicación concreta sobre su aparición debemos tener en cuenta más factores por los cuales puede aparecer la marcha de puntillas.
Entre ellos encontramos la conducta, la visión, causas emocionales u otros, siendo lo más recomendable acudir a un centro especializado y consultar con un equipo multidisciplinar, compuesto por varios especialistas que trabajan en equipo y que desde cada una de sus áreas especializadas – como fisioterapia, terapia ocupacional, logopedia, neuropsicología, optometría, ortopedia y podología – abordarán el tratamiento de la forma más global posible. El abordaje, evaluación y tratamiento desde diversas perspectivas hace que se abarquen todas las áreas del desarrollo del ser humano.
¿Cómo pueden ayudar los diferentes especialistas a corregir que tu hijo ande de puntillas?
La acción en sí de andar de puntillas es el signo que más destaca a simple vista y por el cual se decide acudir al especialista.
Como bien hemos dicho antes, esta marcha de puntillas puede ser causada por diversos factores por lo que el abordaje en equipo es lo más adecuado. La realización de una valoración inicial desde cada especialidad es el punto de partida.
La fisioterapia aborda el sistema musculoesquelético y sus funciones, y al ser el primer signo suele ser el punto de partida. Suele ser el punto de partida, aunque desde el principio se ha descartado que no existe alteración en la estructura del cuerpo, el fisioterapeuta a través de pruebas de evaluación específicas comprueba no solo como actúan las estructuras, sino si estas, después de andar sobre la punta del pie de forma prolongada se han visto comprometidas y han provocado un cambio en la estructura del cuerpo.
No existe una imposibilidad física para andar apoyando la totalidad del pie, pero en ocasiones cuando es mantenida la marcha sobre la punta, la disposición de los huesos del pie puede cambiar y las tensiones del resto de estructuras verse alteradas, como por ejemplo los músculos posteriores de la pierna, el tríceps sural (que es el responsable de poder andar sobre la punta).
Los fisioterapeutas pueden plantear ejercicios en los cuales se vayan cambiando los apoyos, por ejemplo, sobre las manos (haciendo la carretilla) o sobre las rodillas (gateando) para que las diversas estructuras del cuerpo se vayan adaptando y sean capaces de poder mantener y realizar cualquier posición o movimiento. En cuanto al pie, específicamente, se juega con diversas formas de pisar, sobre el talón, subiendo a un plano inclinado o sobre diversas superficies (blandas, duras, inestables).
El trabajo de la sensibilidad en la planta del pie es un campo en el que los fisioterapeutas trabajan en sintonía con los terapeutas ocupacionales, debido a que ellos abordan la propiocepción y las sensaciones y la integramos en nuestro esquema corporal y nuestras funciones. Una hipersensibilidad en la planta del pie, se cree que en ocasiones puede ser uno de los desencadenantes de la marcha de puntillas, debido a que los receptores que tenemos en la planta del pie “captan” más de la cuenta, por así decirlo. La terapia ocupacional mediante el uso de texturas, del contacto y de juegos simbólicos (representaciones de las actividades de la vida diaria) colaboran en una mejor integración sensorial y adaptabilidad del pie, y todo el cuerpo con el entorno.
Valoración por otras especialidades si tu hijo anda de puntillas
La neuropsicología abarca lo que no podemos ver a simple vista, pero sí sus consecuencias y repercusiones; como la memoria, la capacidad de procesamiento y la resolución de problemas (entre otros), influidos por la conducta y la forma de comportarse de cada persona. Valoran las capacidades cognitivas para conocer cómo es la persona y saber cómo actúa en diversas situaciones, valorando también su entorno y la influencia de éste.
En logopedia, no solo se valora el lenguaje, sino la capacidad y la forma de expresarlo, o en ocasiones de no expresarlo y no saber cómo hacerlo. Al igual que en fisioterapia, también se aborda lo físico, la cabeza y las estructuras que la componen: la cara y el cuello. Se valoran las diversas estructuras que participan en la fonación y la deglución, valorando su capacidad y características por si hay algo que interfiera dentro del desarrollo. Y como hemos mencionado antes, la expresión y el lenguaje; se creen que también pueden influir en la aparición de una marcha de puntillas.
La optometría se “focaliza” en la visión, en cómo vemos, y en nuestra percepción del mundo; y de cómo esa percepción puede llegar a influir en la forma de caminar y a como adaptamos nuestro cuerpo para “conseguir” ver mejor o como esa forma de caminar puede llegar a afectar a nuestra vista.
La podología, es una parte que también está muy en unión con los fisioterapeutas debido a que estudian el “mapa” del pie, esto quiere decir que nos enseñan a través de técnicas y estudios de qué forma están los huesos de nuestro pie, cómo se reparte el peso y si hay alguna estructura dañada o alterada. Y por último hablar de los ortopedas, que junto con los fisioterapeutas y podólogos, a través de la realización de ortesis (plantillas en este caso) una vez que se ha conocido el estado del pie, y si es necesario(según la persona), ayudan a corregir la distribución de los huesos y a modificar el reparto de cargas en el pie.
¿Influye la edad de mi hijo en el tratamiento?
Desde el punto de vista biomecánico, en niños menores de 3 años se realiza un control, debido a que las estructuras del pie se encuentran en crecimiento y formación. Como la marcha de puntillas no aparece durante todo el día, sino de forma transitoria siendo reductible y controlada (es decir, el pie puede volver a su posición anatómica, completamente apoyado en el suelo) se va supervisando el estado y disposición de las estructuras que forman el pie e ir comprobando si se produce algún cambio.
Para su tratamiento se busca trabajar el mayor tiempo posible de forma activa, siendo el niño quien tenga que controlar su pie de forma consciente, para ello se combinan diversos juegos y actividades en los cuales se varía la forma de pisar como: andar de talones, andar por sitios inestables, (teniendo que utilizar toda la superficie del pie), andar con los pies juntos, etc. Y otros ejercicios, como de propiocepción (sentido que informa a tu cuerpo de cómo están dispuestas las partes del mismo, de sus movimientos y sensaciones). Para ello se usan diversas texturas y superficies donde la variabilidad de ambas ayuda a modular la sensibilidad y a poder adaptar nuestra pisada a través de las informaciones que reciben los pies.
También se realizan estiramientos analíticos y globales de la musculatura, tanto pasivos como activos, evitando que los músculos se tensen y tengan una longitud acorde a su crecimiento y disposición. Para completar el tratamiento es recomendable enviar pautas para la familia para realizar un abordaje más global, transfiriendo esas consignas a la vida diaria del/de la niñ@ y generalizarlas en el día a día.
En los niños mayores de 3 años o en aquellos en los que ya se haya producido una alteración estructural, el abordaje será diferente. La coordinación entre médico ortopeda, fisioterapeuta y podólogo (como hemos mencionado anteriormente) es recomendable debido a que cada uno desde su especialidad y punto de vista, consideran diversos factores para que el tratamiento sea lo más efectivo posible. Como complemento se puede realizar un estudio morfológico, para comprobar si el resto de estructuras del cuerpo se han visto alteradas, si existen descompensaciones y desequilibrios musculares que afecten la postura, el equilibrio o la movilidad global y comprobar mediante un estudio de la pisada cómo están los huesos del pie, y verificar posición, distribución y forma.
¿Hay algo más a tener en cuenta si mi hijo anda de puntillas?
Un elemento muy importante son los zapatos, porque si existe un problema sobre la percepción de las sensaciones o del medio, esta se puede ver agravada por el tipo de calzado; la falta de movilidad del pie con unas zapatillas de suela muy dura o la excesiva movilidad y desestabilidad con un zapato demasiado blando pueden provocar que la información propioceptiva que recibe el pie se distorsione, llegando a ocasionar un rechazo de la marcha, mostrándolo con la marcha de puntillas o que los apoyos del pie no sean los correctos y que apoye más en un lado que en otro, provocando una alteración estructural. Por lo que, si dentro del equipo multidisciplinar no se encuentra un podólogo, es recomendable consultar con uno y coordinar con el equipo para entre todos ver qué zapato es el más adecuado o si es necesario el uso de plantillas, como hemos mencionado anteriormente.
¿Cómo puedo completar el tratamiento desde casa y evitar que mi hijo ande de puntillas?
Los padres y las familias son la otra parte del equipo, y del tratamiento. La generalización en casa de las pautas y recomendaciones por parte de los profesionales del equipo hacen que todo lo que se trabaja en las sesiones salga reforzado. El tratamiento o control de la marcha de puntillas no solo se limita al lugar donde se realizan las sesiones, sino que se deben de extrapolar a la vida diaria, para que esas recomendaciones se lleguen a integrar dentro de las rutinas diarias, tanto la del niño como la de los padres y la familia completa.
Es importante que todas aquellas personas que durante el día a día están en contacto con el niño sepan qué hacer cuando aparezca este comportamiento y de qué forma actuar y reaccionar, por eso el seguimiento de esas pautas y el reporte continuo del mismo hace que sea un tratamiento activo y “en movimiento” el cual va evolucionando.
En casa es importante mantener la rutina, las tareas y actividades de la vida cotidiana, pero se pueden integrar juegos y actividades que el niño/a las tome como hábito, siempre pautadas por los especialistas. Desde la parte física remarcar la realización de juegos, como andar sobre las líneas del suelo de casa, jugar sobre una alfombra suave, caminar de formas divertidas (imitando animales), pero siempre teniendo claro que no es un tratamiento, sino juegos los cuales buscan la generalización e integración del mismo. Del mismo modo el seguimiento de pautas ayuda a saber reaccionar a la marcha de puntillas y poner en práctica modos de actuación de cómo reaccionar ante ella, por ejemplo, si se realiza como una llamada de atención o debido a cambios ocurridos en casa.
Como conclusión final, incidir en la importancia de una consulta temprana con un especialista en los primeros signos de aparición de este tipo de marcha, pudiendo actuar de la forma más rápida, global y efectiva posible.