Puntos a los que la especialidad debe prestar atención:
En los traumatismos craneoencefálicos (TCE) hay diferentes factores a tener en cuenta a la hora de iniciar y planificar un abordaje terapéutico. Lo principal en estas circunstancias es que el paciente se estabilice, ya que, en la mayoría de los casos los pacientes suelen encontrarse en un estado de coma o en estado de mínima consciencia tras la lesión. La manifestación de los síntomas más comunes son las secuelas motoras, donde observamos paresias de un hemicuerpo y/o una tetraparesia debido a un encamamiento prolongado, también llamado polineuropatía en el paciente crítico. También es común encontrarse alteraciones del tono, la sensibilidad, el lenguaje, alteraciones cognitivas, déficit respiratorio y la deglución.
En este caso en concreto, nos encontramos con un paciente que ha necesitado ventilación asistida durante su estado de coma. Una vez estabilizado, ha requerido la colocación de un dispositivo a nivel estomacal para la nutrición por incapacidad de alimentarse por boca: PEG (gastrostomía estomacal percutánea). A nivel motor presenta una hemiparesia del hemicuerpo izquierdo y amputación del miembro derecho transtibial.
Qué nos encontramos en una sesión con esta patología:
Desde que el paciente se encuentra hospitalizado hasta que comienza la rehabilitación ambulatoria, es importante iniciar este proceso de recuperación en la fase aguda con especial importancia en trabajar a nivel respiratorio; movilizaciones pasivas y/o activo-asistidas para mejorar en la medida de lo posible la atrofia y evitar retracciones de la musculatura y libertad articular; también es importante prevenir la aparición de úlceras por presión debido al encamamiento.
En estados de mínima conciencia es recomendable realizar un trabajo sensorial (estimulación basal) para conectar al paciente con el medio y con su cuerpo. En la mayoría de los casos, es posible iniciar la sedestación para trabajar el control cefálico y/o de tronco e incluso la bipedestación con material adaptado como es el plano inclinado, donde se busca la reacción y la tolerancia del paciente a la carga de peso y la verticalidad.
Una vez que el paciente está clínicamente estable, es recomendable que continúe con el proceso de rehabilitación intensiva de forma ambulatoria en un centro especializado.
En esta fase de recuperación, el paciente suele ser dependiente para las AVD, los cambios de posicionamiento y/o transferencias, la bipedestación autónoma y la deambulación. Por ello, el tratamiento va a estar enfocado a la recuperación y/o mejoría de las secuelas motoras, que en este caso serían: trabajar el esquema corporal debido a la hemiparesia, la dismetría, la descoordinación motriz, la debilidad muscular, las alteraciones de la sensibilidad propioceptiva y del equilibrio.
Planificamos el tratamiento por objetivos a corto, medio y largo plazo, para así, reconstruir la funcionalidad del paciente.
Como objetivos a corto y a medio plazo podrían ser ejercicios enfocados a trabajar la actitud postural activa, mediante RPG (reeducación postural global activa) en diferentes posiciones para corregir y elongar la cadena anterior, ya que suelen adquirir una posición cifótica, provocando un hundimiento del tórax y dificultando el patrón ventilatorio. A continuación, podemos trabajar la disociación de MMSS/MMII para adquirir movimiento activo y coordinado de forma global. Otro objetivo es trabajar el control de tronco en sedestación dentro y fuera de la línea media para alcanzar a tocar y/o coger objetos. Junto a este punto realizaremos ejercicios de anticipación motriz como es la recepción y lanzamientos de pelotas o tiros a canasta, en sedestación o en bipedestación contra la pared, etc.… Conforme el paciente va adquiriendo fuerza, estabilidad y autonomía en los cambios de posicionamiento y en las transferencias, se plantea iniciar la reeducación de la marcha. Es importante partir desde una posición segura como, por ejemplo, la asistencia de una persona situada delante para guiar al paciente indicando las transferencias de peso, la frecuencia del paso y la postura, que son imprescindibles para lograr una marcha lo más normalizada posible. A partir de entonces el paciente va adquiriendo confianza para continuar mejorando en su autonomía hasta que consiga poder realizarla por sí mismo o bien, con alguna ayuda técnica como puede ser el bastón de trekking, al que podemos añadir una base más amplia para darle mayor seguridad.
Posibles curiosidades y anécdotas:
Esta patología suele darse a menudo en personas jóvenes y de mediana edad, en la mayoría de los casos es a consecuencia de accidentes de tráfico, deportes de riesgo o accidentes laborales sobre todo en el sector de la construcción.
Es muy común que el paciente se encuentre en una postura cifótica muy marcada con anteriorización del tronco y de la cabeza, que suele ser debida a la sedestación prolongada en la silla de ruedas.
Para lidiar con esta actitud viciosa y lograr un enderezamiento axial activo, nos ha sido de gran utilidad, en este caso en concreto, trabajar con tiros a canasta, ya que es un deporte que el paciente practicaba anteriormente, conoce la postura correcta para lanzar y además incluye ambas manos.
Autora: Leticia Martínez López